No
se asustó cuando la muñeca le dijo con voz angustiada:
-"estoy
rota",
-"puedo
coserte le contestó",
-"pero
es que soy de plástico" repuso ella.
Era
un reto, nunca había conocido a una muñeca que no fuera de trapo.
No estaba seguro de poder arreglarla, pero decidió seguirla llevando
consigo. Hablaba con ella, le contaba sus sueños, sus ilusiones, sus
fantasías y algunas veces jugaba un momento, solo hasta que ella
empezaba a quejarse; otras adivinando la muñeca sus intenciones, le
recordaba:
-"sino
vas a arreglarme, no me toques".
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