sábado, 3 de noviembre de 2012

Amo la Literatura


Amo profundamente la literatura, con un amor hiriente y doloroso que me recuerda mucho a mi antiguo y aún presente amor por el teatro,pero claro, el teatro incurre en la literatura, entonces entiendo que mi amor por ella es aún más antiguo. Y digo hiriente porque la literatura me ha demostrado una y otra vez que una palabra puede lastimar mucho más que mil golpes, que el daño que puede infringir una idea, es un daño infringido en el alma, un daño imposible borrar, el alma no se regenera. Digo doloroso, porque esta pasión, este sentido al que he decidido no dar la espalda y que he tomado como el centro de mi vida, lleva muchos años causándome dolor. No solo dolor de culo, ni de brazos, sino también dolor emocional por cada una de esas afirmaciones que suelen proferir algunos de mi sangre a los que no pienso llamar familia, que insinúan que es pura pereza lo que en mi acontece. Y no es verdad, no duermo hasta tarde, la señora que me dicta los cuentos, que aveces es duende, que aveces es ángel, que aveces es sueño, me despierta muchas veces de madrugada y no me deja dormir hasta que ha acabado de decirme todo lo que tenía que decir. Me detiene en medio del desayuno, en medio de un café, hablando con amigos, y termino dando discursos francamente aburridos y absurdos que probablemente no le interesan a nadie pero que he de soltar para no tener un ataque de ansiedad. Aún con todo esto, las compensaciones aunque pocas, son gratas, son lo mejor que le ha podido pasar a mi existencia, no diré que son mejores que un orgasmo, pero los orgasmos no duran tanto.

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